Oleada invasora se extiende a distritos como La Molina y también a provincias. Los vecinos empiezan a rechazarlas por cuenta propia.
Martes 8,
2 de la mañana.
Vecinos de la Urbanización
La Capilla, en La Molina,
apresan por la fuerza a
un invasor y lo expulsan
del predio tomado.
La violencia crece
peligrosamente.
Alerta Roja
Violencia entre vecinos, propietarios e invasores se intensifica.
La barahúnda en La Molina continúa, con quema de algunos enseres de los invasores incluida. El ministro del Interior, César Saucedo (vecino de La Molina), le aseguró al alcalde que mandaría fuerzas especiales, pero no cumplió. Los heridos entonces proliferaron. La Policía no pudo evitarlo.
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DURANTE el todavía angustiante martes 8, el alcalde de La Molina Paul Figueroa habría dicho a sus vecinos que estuviesen alerta. Las noticias de invasiones, entretanto, venían de todos lados, incluyendo provincias, de modo que las palabras del burgomaestre eran pertinentes.
La noche anterior, en su distrito, cuando más de 600 personas al parecer provenientes de El Callao trataron de invadir una zona de la urbanización La Capilla, el resultado fue de 9 heridos, varios de ellos de bala.
No se sabe a ciencia cierta quién les disparó, aunque se presume que fueron los mismos vecinos.
"Digan ustedes que odiamos el régimen de Fujimori", gritaba una señora, interpretando el sentir de los vecinos. Las sospechas de que esta mecha invasora fue prendida por el Gobierno son crecientes y se confirmaron de alguna manera en el caso de La Molina. El sábado 5 por la noche, dos excavadoras del Ministerio de la Presidencia derrumbaron los muros de una propiedad que luego intentó ser invadida.
Luego se produjo la invasión del lunes. Los vecinos acudieron a la PNP, en donde les dijeron que sin una orden procedente del Ministerio de la Fiscalía no podían actuar. También, llamaron al fiscal, quien no se presentó. ¿Una nueva edición de lo que ocurrió hace unos días en Villa El Salvador?
Será muy fácil luego negar todo. Decir que más bien "hay una mano negra" que viene de la oposición e incluso relacionarlo con los incidentes de Yanamayo (ver nota en esta edición). Una hipótesis que no tiene ningún sustento pero que además olvida la sensación de desgobierno que invade el país y hace meditar sobre las consecuencias que han provocado tantos años de Estado de Derecho maltratado. Que el "final feliz" de toda esta oleada sea el traslado a algún lugar donde se tendrá "todo el apoyo" del Gobierno no justifica la violencia ni resucitará a los muertos que puedan quedar en el camino. (R.E/C.V.)
La noche anterior, en su distrito, cuando más de 600 personas al parecer provenientes de El Callao trataron de invadir una zona de la urbanización La Capilla, el resultado fue de 9 heridos, varios de ellos de bala.
No se sabe a ciencia cierta quién les disparó, aunque se presume que fueron los mismos vecinos.
"Digan ustedes que odiamos el régimen de Fujimori", gritaba una señora, interpretando el sentir de los vecinos. Las sospechas de que esta mecha invasora fue prendida por el Gobierno son crecientes y se confirmaron de alguna manera en el caso de La Molina. El sábado 5 por la noche, dos excavadoras del Ministerio de la Presidencia derrumbaron los muros de una propiedad que luego intentó ser invadida.
Luego se produjo la invasión del lunes. Los vecinos acudieron a la PNP, en donde les dijeron que sin una orden procedente del Ministerio de la Fiscalía no podían actuar. También, llamaron al fiscal, quien no se presentó. ¿Una nueva edición de lo que ocurrió hace unos días en Villa El Salvador?
Será muy fácil luego negar todo. Decir que más bien "hay una mano negra" que viene de la oposición e incluso relacionarlo con los incidentes de Yanamayo (ver nota en esta edición). Una hipótesis que no tiene ningún sustento pero que además olvida la sensación de desgobierno que invade el país y hace meditar sobre las consecuencias que han provocado tantos años de Estado de Derecho maltratado. Que el "final feliz" de toda esta oleada sea el traslado a algún lugar donde se tendrá "todo el apoyo" del Gobierno no justifica la violencia ni resucitará a los muertos que puedan quedar en el camino. (R.E/C.V.)
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